El que quiera certidumbre y seguridad…
En general y en estos tiempos en particular, nuestro día a día es un cambio constante.
Recientemente trabajé con un directivo que se quejaba amargamente de los cambios que acompañaban a cada una de sus acciones por muy bien planificadas que estuvieran. Por más que él estudiaba con meticulosidad todas las alternativas posibles, las cosas nunca salían como él había pensado, por lo tanto su esfuerzo no daba los frutos esperados.
En las siguientes sesiones de trabajo exploramos aquellas situaciones que le producían esos “contratiempos” y llegó a la conclusión de que muchos de ellos eran inevitables ya que la variabilidad estaba en el sistema y el sistema escapaba a su control. Fue entonces cuando tomó una de las decisiones más importantes del proceso, trabajar sobre él más que sobre el entorno.
Una vez tomó conciencia de que sólo podemos cambiar aquello que está en nuestras manos, es decir, lo que queda dentro de nuestra zona de influencia (que es mucho más de lo que pensamos) continuamos las sesiones analizando “para qué” tenía la necesidad de planificar con rigurosidad exquisita todo su trabajo.
El “para qué” es una de las preguntas más importantes en el coaching ya que no mira al pasado sino que se emite en el presente para generar un nuevo futuro.
Enseguida aparecieron las palabras mágicas…
”planifico todo tanto por miedo a decepcionar a mi jefe, por miedo a fracasar”
y fue entonces cuando comenzamos a trabajar sobre su falta de confianza, inseguridad y todas aquellas creencias y miedos que le gobernaban en su día a día.
Aproveché su caso para utilizar esas distinciones que tan valiosas son para los Coaches y trabajamos sobre la distinción Error – Fracaso. Una cosa es errar o fallar, que no es más que una acción desacertada o equivocada (que en ocasiones es inevitable) y otra muy distinta sentirse fracasado, que es un estado de ánimo que depende exclusivamente de nosotros.
También reflexionó sobre el derecho que todos tenemos a errar, a fallar en algo. Además se dio cuenta de que es algo lógico y natural que nos pasa a todos y que es precisamente lo que nos permite aprender, incluso más que del acierto. Es decir, es una posibilidad de cambio.
Continuó realizando ciertos ejercicios de toma de conciencia donde vivió algunos episodios en los que apareció el fallo y entendió que no era tan grave, siempre que intentara aprender y mejorar para la próxima ocasión. Según reconoció él mismo “Es verdad que lo importante es la actitud. Mi jefe nunca ha tirado a nadie por fallar sino por no reaccionar ante los fallos”. Es decir, mi cliente estaba enfrentándose a sus creencias y aprendiendo a navegar en la incertidumbre.
Como conclusión me gustaría decir que es imposible evitar los contratiempos que nos depara la vida, tanto personal como profesionalmente, y que por tanto es mejor planificar con ciertos grados de libertad que nos permitan convertir una previsión rígida en una realidad flexible.
Buena semana a todos.
