El 7 de Febrero de 2015 falleció uno de los mejores ilusionistas del mundo, el argentino René Lavand, el ‘Poeta’ de las cartas.
La particularidad más destacable de René era que realizaba los juegos de naipes con una sola mano, la izquierda, ya que quedó manco a los 9 años a consecuencia de un accidente de tráfico.
Sin embargo en este artículo no voy a hablar de la técnica que desarrolló para ilusionar a los espectadores con un solo brazo, que por cierto fue sorprendente, sino de su capacidad de superación, su actitud positiva ante las adversidades y sobre todas las cosas la habilidad para adornar su técnica con una acertada narrativa, que envolvía al público y convertía un simple truco de magia en un cuento de ilusiones.
Gracias a su privilegiada narrativa pronto acuñó excelentes quiebros lingüísticos. «Lentidigitación» decía que era lo que él hacía, no era ni más ni menos que «el arte de hacer prestidigitación a cámara lenta» realizando una y mil veces en el mismo juego, cada vez de forma más lenta y sin posibilidad de ser desvelado.
La aceptación de su ‘discapacidad’, su adaptación a la adversidad y sobre todo su capacidad de superación, le convirtieron en un ejemplo a seguir para todos, ya que transformó una desventaja aparente en su mejor virtud.
Muestra de ello fue la anécdota vivida en una conferencia que dio en Londres, donde un joven le preguntó…
– ¿Qué hay que hacer para conseguir realizar la magia de forma tan profunda y personal como Ud.?
– ¡Pierda una mano! – le contestó
Porque sin duda, para René, aquel accidente fue el principio de su gran oportunidad de afrontar la realidad de una forma más creativa…sin embargo nosotros…¿cuántas veces nos quejamos de lo difícil que es aprender algo nuevo? Incluso con dos manos y cuando no tenemos más que leer, copiar o imitar a los anteriores… Pues bien, René no tuvo ni siquiera esa oportunidad, tuvo que empezar solo y de cero.
«Tuve que aprender a ‘crear’ por mi cuenta y sin ningún referente. No pude ni copiar, ni imitar ya que no encontré libros de ‘prestidigitación con una sola mano»
La ‘aceptación’, una de las primeras etapas de la gestión del cambio, le acompañó de forma innata toda la vida a raíz de su accidente.
«Acepto lo que me pasó y ni me pregunto si mi vida hubiera sido diferente con dos brazos». Esa actitud positiva y constructiva facilitó la gran proactividad que le hizo triunfar.
Con la absoluta modestia que le caracterizaba se consideraba un ‘compositor de ilusiones’. No le gustaba que le llamaran ‘mago’, según afirmaba en una de sus entrevistas, sino ilusionista. Se quejaba diciendo que la acepción de ‘mago’ y ‘truco’ le parecían palabras ‘Bastardas’ ya que los magos solamente hacían trucos (destreza técnica del engaño) mientras que los ilusionistas hacían mucho más, ‘componían ilusiones’.
«Yo hago juegos de barajas, composiciones que buscan el equilibrio entre lo que digo y lo que hago, lo que hago y lo que digo.»
Esta reflexión pone en valor la ‘Coherencia del lenguaje’ (término que hemos comentado en algún otro artículo) y que confirma que si el verbo no va acompañado del cuerpo y de las emociones, sufre un desequilibrio que hace inverosímil el mensaje.
«La cosa no está en lo que se hace, sino en cómo se hace,
la cosa no está en lo que se dice, sino en cómo se dice,
y sobre todo…en cómo se mira cuando se hace y se dice«
Una vez más hace referencia a la gestión de las emociones, donde él era un gran experto.
Aquella fantástica narrativa cuya creatividad envolvía al oyente podemos apreciarla en el siguiente juego de naipes, «Pigmalion».
Decía el bueno de René, que él se esforzaba en hacer simple lo complicado y afirmaba ‘Una cosa simple no es una simpleza’. Y es cierto, en ocasiones nos empeñamos en adornar de frases subordinadas un concepto que no hace más que ensuciar el mensaje.
Consciente de la extrema habilidad que demostraba en la manipulación de los naipes con su mano izquierda, hacía constante gala de su ironía…
«Hacerlo con la derecha es exactamente lo mismo, salvo que es todo lo contrario»…qué grande era!
Su magia estaba llena de referencias literarias, teatrales y poéticas que enriquecían la ‘forma’ en que contaba las cosas. En cierta ocasión David Copperfield, gran admirador suyo, asistió a una de sus galas, cuando en los periodistas insinuaron al argentino la posibilidad de actuar juntos, respondió:
«Copperfield no tiene nada que ver con lo que yo hago. La diferencia es abismal, él viaja con cincuenta toneladas de equipaje y yo con cincuenta gramos, lo que pesa una baraja»
Vayamos a la parte de las emociones, a aquella que me gustaría destacar en este artículo. La forma en que este ilusionista emocionaba con sus juegos la podemos ver en muchos de sus comienzos, cuando aseguraba…
«Pondré todo lo mejor de mi técnica en el juego y todo lo mejor de mi corazón en ustedes»
Pero antes de avanzar más en el terreno emocional, me gustaría que vierais un segundo video suyo, una de las mejores interpretaciones de cartomagia donde hace gala de su embelesador lenguaje…»Historia de un jugador».
Encandila con la historia…La historia de un jugador….El Tahúr más feroz que conocí en mi vida, El Kumanés, la reunión en Elisabeth, un pueblo cercano a nueva york….el desafío, la apuesta de los 2000 dólares…
¿Cuantas veces prestamos atención a cómo contamos las cosas?
¿Qué tiempo invertimos en hacer atractivo e interesante nuestro mensaje?
¿De qué forma tratamos de distraer, divertir, embelesar a nuestro interlocutor?
¿Qué importancia otorgamos a las emociones en nuestra comunicación diaria?
¿Qué papel damos a nuestra mirada, a nuestra corporalidad, a nuestro tono cuando lanzamos un mensaje?
en definitiva…¿Qué buscamos con nuestra comunicación?
Efectivamente, una cosa es hablar y otra muy distinta comunicar. Se habla desde la boca y se comunica desde el corazón.
Según el estudio orientado al ‘Learning by doing’ que desarrolló M.T.H. Chi, M. Bassok, M. W. Lewis y P. Reimann, R. Glaser en 1989.
Como podemos ver en el gráfico resumen del estudio, retenemos mucho más aquello que vivimos y experimentamos y para poder experimentar algo debemos sentirlo y la mejor forma de sentirlo es a través de las emociones.
Por tanto, os recomiendo que al comunicar no os quedéis simplemente en el fondo, sino que revisemos la forma en que contamos lo que contamos, ya que el impacto es mucho más eficiente y duradero.
– Cuenta las cosas de forma atractiva. No necesitas más que una baraja en tu equipaje, ahora bien, aprende a utilizarla.
– Comunica desde la mirada y los oídos de tu interlocutor. Piensa en sus sentidos dominantes. Investiga, explora, adáptate a su lenguaje…
– No te conformes con hablarle desde tu área técnica, eso lo hacen todos, sorpréndele con tu faceta creativa. Ilusiónale.
– No aparezcas solo tú en el mensaje, incorpórale a él, ganad los dos. Creced con la comunicación.
– Pon tu corazón en lo que dices y exprésate sin límites.
Entonces….¿ya tienes claro cómo vas a implicarte emocionalmente en tu comunicación?
Un abrazo y buena semana a todos.
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